La noche del jueves 9 de noviembre de 1989, millones de personas en el mundo entero, posaron sus ojos sobre las pantallas de la televisión, y al igual que con el primer paso de Neil Armstrong sobre aquella tierra grisácea y sin gravedad, o la aparición desde el inframundo de la cápsula Fénix II utilizada pocos días atrás, quedaron atrapados por las imágenes.
En el caso de aquél jueves de noviembre, se observó la caída del muro de Berlín que separó Alemania durante veintiocho años, caída que significó un paso importante para que más tarde en 1991 se llegara a la disolución de la URSS, permitiendo la entrada del capitalismo en Rusia y el final de la Guerra Fría, que había comenzado después de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
Ese jueves, cambió la vida de muchas personas, pero especialmente una: la del ruso Román Abramovich (43), a quien le dio una posibilidad pocas veces imaginable. Debido a la privatización de muchos sectores de la economía rusa y a varios guiños por parte de Borís Yeltsin, presidente del país por ese entonces, Abramóvich, junto a su socio Borís Berezowski, fundó la empresa petrolera Sibneft, que más tarde lograría ingresos multimillonarios, y que se conertiría en la piedra angular de una exitosa carrera empresarial con intereses en todo el mundo.
Como para comprender la clase de persona que Abramóvich eligió para socio, hay que mencionar algunos datos de Berezowski que son para saborear. Además de empresario, rico y matemático, por esas casualidades de la vida, también era amigo Tatyana, la hija del presidente Yeltsin. Al dar esta última información podría haber obviado las tres primeras por resultar finalmente intrascendentes, pero me pareció que sumaban a la descripción del perfil de este controvertido personaje. Pasado un tiempo, Berezowski, como una manera de devolución de favores obtenidos, compró entre otras tantas empresas el canal de televisión ORT, con el que realizó propaganda para el padre de su querida amiga Tatyana. Después de muchos negociados y controversias, en el 2007, fue declarado culpable por malversación de fondos, sentenciado a seis años de cárcel y obligado a devolver un vuelto, que por falta de memoria había olvidado entregar, con el agravante de tener responsabilidades relacionadas con el gobierno de Putin.
Abramóvich utilizó esta provechosa relación que su socio mantuvo en un momento determinado con el poder y comenzó un camino de abundancia sin ninguna clase de pausas o traspiés, convirtiéndose vertiginosamente en uno de las personas de mayor riqueza en el mundo. Según Forbes , su fortuna en marzo del 2010 fue estimada en € 17200000000. La verdad que tantos ceros hacen perder la cuenta, y lo único reconocible y leíble de la cifra termina por ser el 172: así que haciendo cuentas rápidamente, se conjetura que debe poseer 172 dólares, a lo que hay que agregarle miles y miles y miles de millones más.
Pero antes de este cambio de perspectivas multimillonarias, Román hizo negocios de toda índole: vendió gasolina robada durante el servicio militar, trabajó como mecánico y operador en una fábrica, invirtió en el mercado negro de perfumes, pasta dentífrica y medias; más tarde lo hizo con juguetes de plástico, de los cuales sus patos lograron larga fama, y también vendió autopartes y neumáticos recauchutados. Evidentemente, siempre corrió detrás de un negocio que pudiera posibilitarle el gran salto, y con la caída del régimen comunista no tardó en conseguirlo.
Abramóvich, como muchos millonarios a los que dinero no colma los deseos que sí le promete el poder, hizo incursiones en política. En diciembre del 2000 fue elegido gobernador de Chukotka y cinco años más tarde, el presidente Vladimir Putin, lo nombró para un segundo período. Se estima que Román invirtió en Chukotka alrededor de 1.3 mil millones de dólares, que se destinaron a restauración de escuelas y viviendas, y logró de la región, que fuera la de mayor natalidad en Rusia.
La verdadera explicación de esta supuesta exitosa carrera política, la dio el mismo Abramóvich en el 2005 antes de su reelección, cuando le explicó a Putin porque no le interesaba mantenerse en el cargo. Prefería evitarlo porque «le salía demasiado caro». Como se puede inferir, Román fue un político que hizo hasta donde pudo, o mejor dicho hasta cuando su bolsillo le dijo basta para las cuestiones filantrópicas. Putin logró convencerlo de que continuara, abolió la ley que no permitía la reelección y Román gobernó hasta julio del 2008, cuando le anunció la renuncia al presidente de entonces, Dmitri Medvedev.
Entre las distintas esferas en la que Román supo dejar parte de su dinero, se encuentran incontables objetos de lujo, mansiones y castillos como el de Bran en Rumania, comprado en 50 millones de euros, y famoso por haber sido el hogar de Vlad Draculea; príncipe en el que se basó Bram Stoker para su personaje Drácula. También supo utilizar parte de su fortuna en La Villa La Leopolda, situada en Villefranche-sur-Mer, en la Riviera francesa, a pocos kilómetros de Monte Carlo, en 500 millones de dólares. La mansión está adornada con decenas de estatuas, techos pintados con frescos y posee también un inmenso parque que cae sobre el mar. También, sin la preocupación que trae comprar por sorteo y licitación, se hizo propietario de una flota de yates, dos submarinos, un avión Boeing 767 y una Ferrari FXX de carrera.
Cuando se cansó de comprar chucherías, se dedicó al fútbol y adquirió en 2003 al club inglés Chelsea, donde invirtió 166 millones de dólares, y tuvo extrañas «relaciones comerciales» con el Corinthians de Brasil y el CSK de Moscú, institución relacionada con su empresa Sibneft. Y para sorpresas de muchos, en 2008, después de algunos interrogantes y misterios, se supo que había sido el autor de la compra más elevada en cuadros de arte, que haya existido hasta la fecha. Compró Tríptico 1976 de Francis Bacon por € 61,400,000 (EE.UU. 86,3 millones dólares), puesto a consignación en la casa subastadora por la familia Moueix, dueña del Château Pétrus, uno de los vinos más caros de Burdeos, Francia. Además, compró el Benefits Supervisor Sleeping, de Lucian Freud en € 23,900,000 (EE.UU. 33,6 millones dólares); mayor suma pagada a un artista vivo.
Extraño maridaje de inversiones ha realizado Román en estos últimos dos años de su vida, como son los clubes de fútbol y las obras de arte. Pero a nadie le ha de sorprender, porque esta última elección tiene una clara y escueta explicación, ya que el millonario está en pareja con la modelo Daria Zhukova (29), que a diferencia de las modelos de Argentina (perdón por el prejuicio) es aficionada al arte.
Daria es la hija del oligarca Alexander Zhukov Radkin, dueño de la desaparecida empresa petrolera Sintez Reino Unido, que fue objeto de un escándalo en una investigación sobre venta ilegales de armas en 1991. La modelo, debido a las inexistentes imposibilidades financieras para darse algunos gustos, decidió en 2008 (previa consulta con Román), abrir una galería de arte en Moscú, en un viejo depósito de autobuses, remodelado por el arquitecto Konstantin Melnikov, y que pretendió ser la réplica de Tate Modern de Londres y MOMA de Nueva York.
Con las compras de obras, desde hace unos años, Abramóvich pasó a formar parte de las celebridades coleccionistas de arte como lo son David Bowie, Madonna, Andrew Lloyd Weber y Paul McCartney, entre otras. Pero a decir verdad, nadie sabe si Román es el que elige los cuadros o tan sólo y fundamental, el que firma la chequera, cuando Daria elige las obras que le gustaría exponer en su propia galería moscovita, llamada Garazh (Garage).
Para la preocupación de aquellas personas que piensan en el futuro de la joven y hermosa novia de Román, queda una información relevante por entregar en este final de la nota, y es que el 4 de diciembre del 2009, Daria dio a luz a un niño, al que llamaron Aaron Abramovich Alexander, sexto hijo de Roman Abramovich; ya tiene cinco con su segunda mujer Irina, y que va a ser uno, si la fortuna (en todas las posibilidades etimológicas del término) los acompaña, de los que reciba parte de la herencia que deje, en algún tiempo futuro su padre Román cuando ya no exista.
3 comentarios:
Y todo esto sin deslizar que es uno de los capos de la mafia rusa...
pero el dato principal es que este ruso une las dos pasiones principales de la pareja ga-ga (sin ofender no?).
Lo de la mafia no lo termino de creer. Vos decís que da con el perfil? ja
y dejá de analizar la nota como Jorge Rial...
Bueno, en realidad te tengo que reconocer que es verdad lo de las dos pasiones. El arte y los patos de plástico....
jajaja mmmmmmmmm paaaaaatooooooos
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