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Mal, pero acostumbráu (biografía)

miércoles, 19 de enero de 2011




En abril de 1968 asesinan a Martin Luther King; hacia junio del mismo año, en Francia y principalmente en Paris, las posibilidades abiertas por la acción colaborativa entre estudiantes y obreros industriales, son reprimidas tras una serie de censuras y proscripciones; en agosto tropas soviéticas invaden Checoslovaquia para poner fin a la Primavera de Praga; en octubre en México se produce la matanza de Tlatelolco; en Argentina hace dos años que se soporta la dictadura de Onganía y en medio de tanto dolor e injusticia, Roberto Fontanarrosa publica su primer chiste en la revista rosarina Boom, en el cual se observa a un policía que muestra su bastón manchado de color rojo y dice: "no hay ninguna duda, eran comunistas".

Compleja coyuntura social, política, económica y general en el mundo es la que encuentra Fontanarrosa en sus primeras publicaciones humorísticas. Pero como se ha escuchado muchas veces, tal vez los momentos de mayores sufrimientos son los mejores y más propicios para contrarrestarlos con humor cuando éste es inteligente y apropiado.


"El negro", para quienes lo conocieron, no fue hincha de Rosario Central sino enfermo del canalla. Ser nacido en la ciudad de Rosario y gustar del fútbol te determina en un cincuenta por ciento: sos de Newell’s o de Central. El negro optó por la segunda opción y vio su primer partido en una cancha a los diez años; Central enfrentó a Tigre en aquella oportunidad y logró cautivarlo y enamorarlo para toda la vida.
¿Enfermo dije? Así es. Su patología, para definirla correctamente, era con el fútbol en general. Llegó a declarar: "Si hubiera que ponerle la música de fondo a mi vida, sería la transmisión de los partidos de fútbol".
Fontanarrosa también mantuvo amoríos con otras actividades como la escritura y el dibujo principalmente. Supo del valor de la palabra y de las posibilidades que ésta es capaz de otorgar. Su obra se cimienta en ella y se conforma de novelas, cuentos, historietas, películas, programas de televisión y chistes gráficos, que fueron publicados en tantos formatos como se conocieron hasta su muerte. Supo diferenciarse de otras especies, agradecido de la posibilidad de trabajar con la palabra. Una vez dijo: "el loro plagia la palabra, pero quien está preso es el canario". Aunque sea el loro utiliza la palabra ajena que le otorga una exigua libertad, y comprendo que no tenerla, ni de prestada siquiera, resulta ser un problema sin salida posible a una esclavitud que se revelará de manera perpetua. Tal vez, con las citas incorporadas en este texto, este humilde biógrafo esté cumpliendo el papel del ave verde, pero pensándolo mejor, puede que sea con una libertad mayor, ya que puedo tomar prestada la voz del otro, pero para expresar un pensamiento propio, cuestión me animaría a arriesgar, resultaría imposible para cualquier pajarraco que se precie de tal.


Unas de sus últimas y más recordadas apariciones públicas, se llevó a cabo en el congreso de la lengua española realizado en Rosario en el año 2004. Roberto expuso una conferencia (apología) sobre las llamadas malas palabras, ante la mirada conminatoria de la Academia. En el escenario había siete personas, todos de traje oscuro y corbata, menos el negro que vistió una camisa clara a cuadros y se ubicó en un extremo, en el margen, a punto de caerse de una mesa estilo mostrador. Su imagen rompió con la solemnidad que suele imponer por donde circule el congreso de la lengua española; y también provocó un desajuste incómodo con su pensamiento. Habló de las “malas palabras” y en su discurso confesó que su padre era un “boca sucia”. Adhirió a la posibilidad de utilizar las llamadas "palabrotas" y se mostró preocupado por la incapacidad de transmisión, expresión y grafismo al hablar de esos chicos que dicen "había un coso que tenía dos cositas acá, y que de acá le salía un coso más largo, y que uno al escuchar esto dice: ¡Qué cosa!"


Fontanarrosa en aquella conferencia se refirió también al mundo del fútbol y su relación con el lenguaje. Qué mejor lugar que éste como muestra cabal y contundente de originalidad e ingenio, desarrollados para herir o dañar verbalmente al contrario. “He tenido que acompañar a la Selección Argentina a partidos (de fútbol) en Latinoamérica, y el intercambio que hay en esos casos de este lenguaje es de una riqueza notable; es más, en Paraguay nos decían "come gatos" que es, estrictamente para los rosarinos, "un rosarinismo"”.


Mendieta, Eulogia, Nabucodonosor II, Los loros, Los ranqueles, El escorpión Resolana dieron mundo al último gaucho de la Argentina, que ante semejante afirmación supo responder: “¡Ahijuna con la lobuna! ¡No sabía que era carrera mi amigo! ¿Y quien salió primero?”
Inodoro Pereyra, merece un lugar en esta biografía, simplemente por haber dejado su legado de humor pesimista, que puede ser resumido con dos de sus más recordadas frases como son: “Estar solo no es nada, lo malo es darse cuenta” y su respuesta a la pregunta de cómo se ganaba la vida “¿Ganar? de casulidá estoy sacando un empate”.


Parafraseando a Macedonio, el universo para “el negro” se terminó el 19 de julio del 2007, pero para nosotros todavía existe. El mundo que lo conoció lo extraña y seguro que si se le pregunta cómo anda, responderá que mal, pero acostumbráu.



(Dibujo realizado por Eduardo de los Santos. (Uruguay))

Publicado por Gastón Pereyra a las 13:44    

Etiquetas: Escritos

2 comentarios:

Juan Carlos Rodríguez dijo...

Conoci tu blog leyendo Orsai. Me encantó, voy a seguirlo, seguirías vos el mío? jeje, un abrazo.
Juan Carlos

21 de enero de 2011, 20:56  
Gastón Pereyra dijo...

Me alegra que ta haya gustado el blog. Me voy a dar una vuelta por el tuyo.

saludos

26 de enero de 2011, 15:08  

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