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"Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol".

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El abuelo de la alegría

jueves, 29 de diciembre de 2011


Cosas que me pasaron durante la infancia
me están sucediendo recién ahora.

Arnaldo Calveyra




Quisiera tener un abuelo como Arnaldo Calveyra pero no lo tengo. Que me lea cuentos y poesías con su voz pausada y tierna; con la profundidad en su mirada que evidencia una vida plena vivida, con una alegría conseguida a fuerza de entusiasmo, y con ese pelo tan blanco y tan fino, que como estigmas de maíz se acumulan desparramadas sobre sus sienes. Y que tenga la misma sonrisa que tiene Arnaldo. Lo mejor que puede ofrecer una cara es una irrepetible sonrisa. Una que enternezca. Una que genere envidia y a la vez transmita serenidad. Así vale la pena soñar. No sólo con un abuelo sino también con uno como Arnaldo, que es capaz de decir: "el maizal canta y no es metáfora. No es necesario saber de música para darse cuenta de eso, tan evidente, tan obvio."
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Publicado por Gastón Pereyra a las 16:40 1 comentarios    

El silencio de Lamberti

jueves, 1 de diciembre de 2011


Antes de que me hiciera amigo de Lamberti, no conocía el silencio como debe de ser conocido. Y a Lamberti, el silencio le había llegado sin explicaciones el 27 de junio de 1978. No se preguntó cómo, ni por qué lo había alcanzado; simplemente lo aceptó y se redujo al silencio. Si finalmente, debe haber pensado, puede llegarle a uno como le sucede a cualquier octogenario con el advenimiento de la senilidad, por eso, con el más absoluto beneplácito, Lamberti lo padeció sin reproches y con naturalidad hasta que lo dejé de ver, hace al menos veinticinco años.
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Publicado por Gastón Pereyra a las 9:47 0 comentarios    

Etiquetas: Escritos

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