Sábado por la noche. Cinco mujeres que rondan los sesenta años ingresan en la sala Martín Coronado del teatro San Martín a ver una obra de Calderón de la Barca. Todas visten ropas elegantes y caminan por el pasillo escaleras abajo en busca de sus butacas.
Silvia: La diecinueve Martita, la diecinueve.
Marta: Estaba creída que era la diecisiete, sabés.
Dora: ¿Por qué yo tengo la dieciocho?
María: Es verdad, ahora que recuerdo compré cuatro diecinueve y una dieciocho porque no quedaban más en esa fila, pero igual estamos cerca. Además, me dijo el chico de la boletería que cuando estuviera por comenzar la obra, podríamos pasarnos más adelante porque no se llena.
Dora: ¿Por qué me tocó a mí la dieciocho y no a Cecilia por ejemplo?
Marta: Debe haber sido casualidad, pero dale Dora, dejáte de hinchar, dale que total en un rato nos pasamos para adelante.
Cecilia: ¡Qué humo que hay! ¿será por las luces?
María: Debe ser la humedad. Miráme los pelos, hoy está insoportable.
Marta: ¿Cómo estás con los calores Ceci?
Cecilia: Hasta ahora bien, pero cuando me vengan te vas a dar cuenta.
Marta: ¿Y de Male? Tenés alguna novedad sobre el chico que conoció la semana pasada.
Cecilia: Parece que va en serio, sabés. Se volvieron a ver esta semana y dice que le cae bastante bien.
Cecilia: Lindo no es, vi una foto en su facebook. Pero viste como es esto, por ahí tiene la belleza en otro lado
Dora: ¿Qué decís Ceci? ¿Estás hablando de eso?
Cecilia: Estoy hablando de otra cosa, Dorita. Por ahí tiene buen carácter, es bueno, agradable... Lo que pasa es que vive en Punta Lara.
Marta: Paráte un poco, que tiene playa Punta Lara. ¡Qué lindo! Armá todo y llevanos un fin de semana a comer un asadito
Silvia: ¿Cómo se llama el chico?
Cecilia: Juan González
Dora: Más común no había para nombre, ¿no?
Marta: Qué importa cómo se llama. Eso es lo de menos.
Cecilia: En verdad la veo embalada a Male. No debe ser fácil tener veintisiete y estar soltera todavía. Andaba media apurada, pobre.
Dora: ¿Y Rober qué dice?
Cecilia: Creo que no sabe nada. Pero si le preguntás el coeficiente porcentual del promedio para el descenso de las últimas tres temporadas de San Lorenzo, te lo tira hasta con números periódicos, pero de estas cosas ni se mete, ni le importan.
Marta: ¿Dónde está ahora?
Cecilia: ¿A dónde va a estar? en la cancha. Jugaba San Lorenzo con All Boys o Atlanta o qué se yo contra quién, pero es obligado que los sábados por la noche se vaya al fútbol.
Dora: Bueno, por lo menos no te hincha para salir a comer como lo hace el mío. Me pone una cara de tujes cuando le digo que salgo con ustedes los sábados.
Cecilia: Y por qué no le decís que lo llame a Rober así van juntos al fútbol.
Dora: Pero si el mío es de Boca, no es lo mismo. ¿Cómo va a ir a ver a San Lorenzo?
Marta: Decile que se cambie de equipo y listo.
María: ¿No tiene amigotes para ir a ver a su equipo?
Dora: Si, pero Boca juega los domingos por la tarde, no los sábados por la noche.
Silvia: Tenés mala suerte Dorita. Mirá si te hubieras conseguido uno del ciclón, tenías un problema menos...
Marta: Che, y a todo esto ¿de qué trata la obra?
Silvia: Contanos vos María que sos la más instruida de todas.
María: Menos mal que tuve un ratito y me metí en internet para ver de qué se trata, porque sino después nos salen con un martes trece y no cazamos una.
Dora: ¿No será de esas intelectuales que soles elegir verdad?
María: ¿Se acuerdan del programa de Berugo Carámbula?... ese que decía: los sueños sueños son, pero aquí se hacen realidad...
Marta: ¿El de Yelmo Yelmo, Alcoyana Alcoyana?
María: Ese mismo.
Silvia: ¿Qué tiene que ver con el teatro?
María: Bueno, parece ser que esa frase fue sacada de esta obra, que se escribió en el tiempo de Matusalén.
Marta: ¿No me digas que Berugo hace de Matusalén en la obra?
Dora: Calláte, che, que pobre Berugo está para atrás, si tiene Párkinson, ¿no sabías?
Cecilia: Si pobre, no da para reírse de las enfermedades...
Voz de la locutora del teatro: Señores espectadores. Le damos la bienvenida al Teatro San Martín y les recordamos que deberán mantener apagados sus celulares o bien, ponerlos en estado silencioso. Desde ya, muchas gracias.
Dora: ¿Apagaron no? sino después pasamos vergüenza si justo alguien nos llama en el mismísimo momento en el que protagonista está por besar a su amada.
Cecilia: Y a vos Silvia, ¿qué hace tu marido los sábados por la noche, que nunca nos contás nada?
Dora: Hay bastante gente, ¿no?
Silvia: Al mío le gusta el fútbol también pero mira los partidos por tele. Cualquier cosa que pasen: Boca, River, Sacachispas, la selección de Rumania, la tercera de Yupanqui. Si hay un fondo verde, con veintidós nabos corriendo atrás de una pelota, él lo mira. Pero no jode. Se queda echado en el sillón del living y ni grita. La verdad no me puedo quejar.
Dora: Che, ¿si nos movemos más adelante? ya debe estar por empezar porque son como las nueve.
Marta: Esperáte Dorita, haber si después cae gente y pasamos un papelón.
Se atenúan las luces de a poco, hasta quedar la sala en una oscuridad total. Sobre el escenario aparece repentinamente una luz blanca y se centra sobre Rosaura, que, vestida de hombre y acostada sobre un monte fangoso se dispone a hablar. Las cinco mujeres no se mueven. Observan calladas y expectantes la obra que ya comienza.
2 comentarios:
felices 1000!!!
sabemos que estás con emprendimiento nuevo pero no nos abandones a quienes te esperamos por aquí!!
Volveré, volveré, es cuestión de tiempo. Más tardar cuatro o cinco días...
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