Milan Kundera comienza El libro de la risa y el olvido, con el final de la historia de Clementis, un camarada de Klement Gottwald, fundador del partido comunista checoslovaco. En febrero del cuarenta y ocho, Gottwald salió al balcón del palacio barroco de Praga ante cientos de personas, en la que fue la apoteosis del Golpe de Praga. Esa escena fue registrada por una fotografía que llegó a transformarse en miles por la reproductividad que hizo uso la propaganda oficial. En el momento en que se capturó la instantánea, Clementis se había sacado su gorro y se lo había prestado a Gottwald. Cuatro añnos más tarde, Clementis fue acusado de traición y posteriormente colgado. El departamento de propaganda borró de la famosa fotografía (y de todas en las que figuraba) la imagen de Clementis, dejando un espacio vacío en su lugar y sólo el recuerdo de su gorro en la cabeza de Gottwald. Clementis fue sacado de la Historia y ya no formaría más parte de ella.
El 10 de agosto de 1936, ocurrió un hecho futbolístico en la Alemania Nazi, que no fue borrado de la Historia porque nunca pudo ingresar en ella, o para expresarlo de manera correcta, porque nunca lo permitieron. En las Olimpíadas disputadas en Alemania, por los cuartos de final, Austria (país de origen de Hitler) enfrentó a Perú en el estadio Hertha de Berlín. El primer tiempo finalizó 2 a 0 a favor de los de los austríacos y en los segundos cuarenta y cinco minutos los peruanos lo igualaron en dos, pudiendo extender el juego a un tiempo suplementario. Aunque el árbitro noruego Kristiansen anuló tres goles a los sudamericanos, el partido culminó 4 a 2 a favor de Perú.
Por la noche, mientras la delegación peruana celebraba, el comité Olímpico decidió anular el partido, y la razón que dio fue que hinchas peruanos habían invadido el terreno de juego en los últimos momentos del encuentro, después del último gol de su selección. Desde el ente oficial se pronunciaron determinando la repetición del partido, a lo que Perú en disconformidad con la decisión, optó por no presentarse y salirse de la competición.
Si uno pretende consultar los datos oficiales de aquellos Juegos Olímpicos, sólo podrá acceder al resultado del partido y posteriormente para su sorpresa, se encontrará con la participación de Austria en las semifinales. Pero así como a través de la presencia del gorro de Gottwald nos enteramos de la ausencia de Clementis, también logramos conocer que Perú perdió ese partido en un escritorio y no en un campo de juego
La Historia resulta ineficaz para lograr una validación absoluta que impregne la memoria colectiva, porque en su labor de circunscribir los hechos que deben o no pertenecer a ella, termina por dejar de manera inevitable, un espacio que es llenado por las voces que construyen las historias-otras. Ambos hechos ocurrieron, tanto la presencia de Clementis como el fraude Olímpico, pero la Historia decidió sacarlos y rechazarlos respectivamente, imposibilitando su incorporación entre sus tan prestigiosas páginas.
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